El triunfo de Trump, no les hace callar a los «expertos»

Donald Trump

La publicidad, la información, los lobbys, las asociaciones, las fundaciones, las corporaciones, y por encima de ellos el poder. Que es  el que manda y ordena. Es quién, cómo, por y para  qué, está cada uno, en su momento y en su lugar.

 Los gestos de Trump, hicieron cambiar de signo el voto estadounidense.

Después del ridículo más espantoso, sufrido por los archiconocidos estudios científicos que avalan hasta última hora, una victoria de Clinton por una amplia mayoría, vuelven a la carga reevaluando los resultados y dando explicaciones, «científicas», del porqué y cómo se produjeron. Esto es como tener una de 15 el martes a la noche. Vamos a ver, vividores de la estadística, o no tienen ni zorra idea de lo que hacen, o están al servicio de quien resultó beneficiado. Hace tiempo que las encuestas como tales desaparecieron, los muestreos cada vez son menos numerosos, y por lo tanto el margen de error se dispara exponencialmente.
Por otra parte está la manifiesta exigencia de votantes, partidos, medios de comunicación, de tener diariamente una evaluación de la intención de voto. Eso no son encuestas, son encomiendas, hechas a medida del que las paga. De valor científico, tienen tanto como las que hoy publica la prensa americana. Los gestos de Trump, hicieron cambiar de signo el voto estadounidense.
No soy quien para valorar la capacidad de raciocinio de una hormiga, como para arrogarme conocimientos suficientes para valorar la opción tomada por el pueblo norteamericano. Pero, una cosa es cierta, a estos «científicos», en mi casa les quedaban 24 horas de trabajo, contando desde el final del recuento de las elecciones.
La publicidad, la información, los lobbys, las asociaciones, las fundaciones, las corporaciones, y por encima de ellos el poder. Que es  el que manda y ordena. Es quién, cómo, por y para  qué, está cada uno, en su momento y en su lugar.
 Si el individuo deja de serlo, para convertirse en una intrascendente parte de un colectivo, ha dejado su libertad en el camino. La mejor fórmula de control de la sociedad es en rebaños bien controlados por su pastor y sus perros.