Ana Kiro se llamaba en realidad María Dolores González Casanova. Era natural del lugar de Castañeda, en Arzúa.
Hija de un militar que no vio con buenos ojos sus tempranas dotes para la música, tuvo que esperar varios años —así como la separación de su primer marido, con el que tuvo una hija— para embarcarse en el mundo del espectáculo.
G alicia, terra meiga (Olimpo, 1973), vendió 100.000 ejemplares (en formato casete). Luego fichó por Belter y sus actuaciones trascendieron las fronteras españolas. Ana Kiro, nacida en Arzúa, pero criada en Barcelona, fue un cordón umbilical que mantuvo unida a la emigración, con sus orígenes. Y no hubo fiesta a la que no acudieran los que se quedaron atrás ni palco que ella rechazase: provocó la emoción de miles de almas juntas, apelando a la madre patria, pero también se subió a remolques de tractores para dar cuenta de su repertorio, alumbrada por focos de camión y usando hasta una cuadra como camerino.
Su set list estaba trufado de piezas que hacían referencia a las bondades del país, aunque no tuvo reparos en versionar temas como La Bamba (si la escuchara Ritchie Valens...). Al margen de modos y modas, cantó en gallego, lo que le valió el reconocimiento de artistas e intelectuales galleguistas —que hoy la lloran como antes lo hicieron con Andrés Dobarro o Pucho Boedo—, así como de otras solistas que reconocen su influencia y legado, como Pili Pampín.
Y puso de acuerdo, a la hora de su muerte, a líderes del PP como el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo (que valoró su 'profundo amor a Galicia'), y a organizaciones de carácter nacionalista como A Mesa pola Normalización Lingüística (que destacó el uso de la lengua vernácula en un 'contexto difícil', venciendo el 'tópico' de que el gallego y el éxito comercial son 'incompatibles').
Luego vino la tele: presentó medio millar de programas de Tardes con Ana y protagonizó la serie A miña sogra e máis eu, ambos en la TVG. Atrás quedaban los años de juventud, cuando se codeaba con José Guardiola, Mary Santpere, Joaquín Prats o Laura Valenzuela, y de madurez, que le permitieron conocer como la palma de su mano el mapa de carreteras de Galicia. Allí, en la plaza del pueblo, en el campo da festa de la aldea, Ana Kiro ofreció en innumerables ocasiones su exitosa receta: canciones populares gallegas en clave pop, aderezadas con algún gran hit foráneo hecho propio.