E s muy difícil caminar juntos, cuando solo uno tiene claro su destino. La historia de los germanos dicta mucho de haber abandonado los principios que lo llevaron a acometer una de las mayores barbaries del reciente pasado europeo.
La traición perpetrada contra el estado español, propiciando con el engaño de la canciller alemana al presidente Rajoy, puede que el estómago de los políticos lo digieran, pero los ciudadanos no.
El ofrecer la detención y entrega a las autoridades españolas, del delincuente español, es una afrenta que ha generado una herida con efectos endémicos en el ciudadano ibérico.
No. Esto se parece demasiado a los orígenes del Nazismo. El afán imperialista sigue vivo. Y lo peor, que deben estar muy bien armados, para descaradamente actuar contra uno de los países mas emblemáticos de Europa.
La Unión Europea, demuestra una vez mas su verdadero horizonte, que no es otro que la Germaunión.
Quien sea y lo mas pronto posible, el próximo presidente del gobierno, deberá tratar con prioridad esta intromisión en la soberanía de España.
Este asunto exige, como poco, una cuestión de confianza del Sr. Rajoy.
Su credibilidad esta por los suelos. Su aliado de referencia le engaña, además de alinearse con el enemigo, dándole cobertura y asilo "político".
Empieza a calar en los ciudadanos que un Ñastamasver, al estilo Brexit, no nos puede hacer perder nada. Pero nada de nada. Con amigos así, no necesitamos enemigos.
El Ministerio alemán de Justicia informó este lunes de que su titular, Katarina Barley, habló este domingo con su homólogo español, Rafael Catalá, para aclarar el "malentendido" por sus comentarios sobre la decisión de la Justicia alemana en la extradición del expresidente autonómico catalán Carles Puigdemont. El portavoz del Ministerio de Justicia, Piotr Malachowski, aseguró en una rueda de prensa rutinaria que Barley "no tomó ni va a tomar postura" sobre un proceso judicial en marcha, que "no hubo declaraciones autorizadas" de la ministra y que hay que esperar a lo que decida la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein.
Pero como puede negar el compromiso adquirido. Caso de no existir, no se daría curso a la orden, avisando incluso del momento que la podían ejecutar.
Ahora resulta que la integridad del estado español, la decide un juez de jurisdicción local. Ni tan siquiera, la vista totalmente ilegitima, tiene consideración de asunto de estado.
Nos tratan ya, como territorio anexionado a su Germaunión.
Ñastamasver, al estilo Brexit,