En la política evangélica practicada por el Vaticano, hace muchos siglos que impera sus propias liturgias sobre las enseñanzas de Jesús.
En cierto modo puede comprenderse―no justificar, ni amparar―al constituirse en un estado, con territorio, con lo que supone tener que elaborar unos planes que nada tienen que ver con la vida espiritual de la humanidad.
Para este pecador, las Iglesias, se han convertido en emporios con intereses económicos, de influencias y de poder. La defensa de ese estatus en el planeta, ha generado lo mismo que en cualquier sociedad perteneciente a cualquiera de los 193 estados reconocidos por la ONU.
¿Vocaciones? ¿De qué? ¿De servicio? ¿Ser qué? ¿Para qué?
Es continuo el mensaje repetido hasta la saciedad de la falta de vocaciones.
No me gustaría acompañar en la reflexión de un joven que se pudiera ver motivado por una vocación clerical.
Ser cura, no resulta atractivo para realizarte en una vocación de servicio a los demás. No cumple, a priori, el ambiente espiritual y de conciencia necesarios para decidirse por esta opción.
El mensaje de Jesús, limpio, preciso y contundente, si despierta pasión en la sociedad.
La Iglesia no. Lo que transmite y se percibe, son peleas de poder, entre las diferentes facciones del seno de la curia.
No se recatan en cometer cualquier desatino con tal de conseguir su fin. Casos en abundancia sonrojante han sido destapados. Y la Iglesia dormida, mantenía y mantiene en su seno, auténticos asesinos, sin remordimiento alguno.
No faltan vocaciones. Falta dar sentido al cometido al que se presume que va a entregar su vida.
Pero la Jerarquía actual no moverá un solo musculo en volver a las enseñanzas de Jesús―único dogma de ineludible cumplimiento― .
Ser cristiano mola. Si la sociedad en una gran mayoría se declaran acordes con la confesión cristiana pero sin pertenencia a ninguna de las Iglesias.
¿ Que condicionante es el que frena el acceso al seminario?